En ocasiones tendemos a tener diálogos internos, pensando que de esta forma seremos capaces de afrontar una situación, un malestar, un problema. Pero el proceso cerebral es distinto cuando pensamos algo a cuando lo verbalizamos. Por eso es importante hacerlo, no tanto en busca de un consejo, sino de experimentar el ponerle palabras, escucharnos y que nos escuchen. Podemos experimentar desahogo, un desenredo de ideas, y una clarificación de las mismas. Además de tener una visión más realista y menos distorsionada de todo eso que en ocasiones no queremos ver.